Cada Quien Cuide su "Quintita"...



Cuantas veces vemos a diario hechos que nos pasan, acontecimientos de la vida cotidiana que registramos como normales pero que si nos detenemos a analizarlos un poco llegaremos a la conclusión de que son hechos producto de procesos que se fueron dando a lo largo de la historia. Uno de ellos es el individualismo exacerbado, de gente miserable que solo mira su propio ombligo. 

Por ejemplo la vieja del almacén de la vuelta de casa, que cuando sale a la vereda si ve un pibe que viene caminando, la señora sale corriendo para dentro, claro tiene miedo que le roben, que le quieten su bien preciado dinero. Claro acá se mezclan varias cosas, por un lado el miedo de la inseguridad, por otro los prejuicios, pero lo que más resalta es la poca predisposición para compartir. 


Puedo citar otros ejemplos: los que viajamos en colectivo a menudo, sabemos que es incómodo, ni hablar en hora pico, pero además de eso hay algunas personas que se creen que se alquilaron el bondi para ellas solas, entonces en lugar de acomodarse de tal forma para que los pasajeros que siguen subiendo puedan entrar, no, se quedan bien paraditos en la parte de adelante del colectivo estorbando, quedando la segunda mitad casi vacía. Ni hablar cuando sube una embarazada, un anciano o un discapacitado, nadie sede el asiento, ni siquiera el que corresponde. O aquellos que abren la ventanilla de par en par cuando hace frío.

Otro ejemplo es el de los trenes, la gente que quiere subir al mismo tiempo que salen pasajeros, apurados para conseguir un asiento corren arrebatadamente empujando. Y ni hablar de cuando queremos cruzar la calle en una esquina teniendo el semáforo a favor, dobla a alta velocidad un automovilista delante tuyo teniendo que quedarse uno parado sobre la senda, siendo que el peatón tiene prioridad y lo peor de todo es que muchas veces no ponen el guiño y entonces tenés que adivinar si dobla o sigue derecho. Ahora no te vallas a quejar porque encima que invaden tu derecho, te podés ligar una puteada o, en el peor de los casos agarrarte a trompadas. Es un todos contra todos. La ley de la selva.

Para todo esto hay muchas lecturas, yo me voy a detener solo en dos: la primera es que este tipo de
conductas donde se trascienden los límites de las normas que regulan el buen orden civil, es producto de la ruptura del respeto por las instituciones y la autoridad. Los abusos cometidos durante estas últimas décadas por parte de las máximas autoridades del País han logrado el descontento de la gente y han ido perdiendo credibilidad, perdiendo así la fuerza para dirigir. La corrupción tiene también mucho que ver, ya que se debe educar con el ejemplo y la premisa es: si ellos que están arriba cometen faltas y evaden leyes, porqué nosotros los de abajo no podemos hacer lo mismo. El segundo análisis que pretendo hacer tiene que ver con los tiempos en que vivimos y la manera en que nos paramos para concebir este mundo y es el de la globalización, el mundo de la competencia e individualismo, del éxito económico y material, el mundo del consumo. Todo eso hace parte a la vida cotidiana que está íntimamente relacionada con el sistema de producción social que se traslada desde la fábrica hasta los hogares, desde la oficina hasta la calle. Porque sobrevivir en este mundo no es fácil, se requiere ser siempre el número uno, estar siempre delante del otro, no importa bajo qué costo, algunos alardeando sus nuevas Nike y otros tirándote el auto encima.

Pero esto no pasa solo en estos ámbitos, sino también ocurre en otros tantos como por ejemplo la política y la economía. La explotación por parte de las patronales hacia sus empleados, las extorsiones por parte de algunos sindicatos hacia sus afiliados, la competencia entre los partidos políticos. Mantienen todos estos un sentido común mezquino y a favor de sus propios intereses, ya no siquiera des partido o la asociación, sino intereses de unos pocos o a veces muchos, que están prendidos todos a la misma teta, faltando al interés común.

Y ni hablar de los tiempos oscuros, donde la oscuridad resuena también hoy, el no te metas, el mirar para un costado, el callar, el temor al encuentro con el otro.
Los pibes desaparecidos en dictadura...
Y los pibes que piden en los trenes, que duermen en la calle, los limpia-vidrios y cuida-coches, dónde están sus padres, dónde está el amparo, quien se hace cargo de eso? Puedo citar más ejemplos, la delincuencia, las drogas, etc. pero no me daría el tiempo para seguir dando ejemplos. 

La falta de compromiso y el poco interés por el otro son moneda corriente de estos tiempos de miseria, donde el que no corre vuela, dejando la vida pasar delante de nuestros ojos.

Creo que en estos tiempos de crisis mundial, los debemos dejar de actuar como sectores aislados, y tener consideración por el resto. Hacer de cuenta que los demás existen no estaría mal, y quizás, hasta se nos haga una sana costumbre...  

Pablo M. González




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